No sé decir cuándo ni por qué comenzó todo, un día en el trabajo alguien hizo un comentario tonto (una de esas bromas que no se tienen en cuenta porque sabes que sólo es eso, una broma) pero me dieron ganas de llorar, algo pasó por mi mente, aguanté el tipo y sonreí. De camino a casa empecé a llorar, no sabía qué me pasaba, no sabía qué pasaba por mi cabeza para llorar de esa forma, solo sabía que no podía parar, y eso me hacía llorar mucho más. Al llegar a casa, antes de abrir la puerta me sequé las lágrimas, ensayé un par de sonrisas y saludos de bienvenida y entré, nadie notó nada.
Los días pasaban y cada vez que estaba sola lloraba, sin saber por qué, parecía tonta, me sentía tonta, débil y aislada….. Y eso aumentaba mi llanto. El mundo iba muy deprisa y yo estaba parada sin poder moverme, todos avanzaban y yo estaba estancada.
Una mañana me desperté, no había nadie en la casa, quise levantarme pero no pude, sentía que el día era muy largo y yo no tenia fuerzas para aguantarlo, me tapé con la sábana, cerré los ojos, quería que el mundo se parara, llamé al trabajo y dije que no me encontraba bien y que no podía ir a trabajar. Pasé toda la mañana en cama, llegó mi pareja y le dije que no me encontraba bien, que estaba resfriada. Pasé así el día, con mentiras, y me decía a mi misma que me tenía que mover que no podía estancarme, los amigos me llamaban para salir pero no tenía ganas, estaba muy cansada, sólo quería dormir, estar sola, cerrar los ojos y no sentir, solo soñar en cualquier cosa que no me hiciera llorar.
En esos días la gente que estaba a mi alrededor notó que algo pasaba, venían a verme y me decían lo que tenía que hacer: salir, divertirme, no preocuparme por nada…. y cosas por el estilo. No me gustaba, no tenía fuerzas, sentía que no quería ver a nadie y me molestaban, me sentía mal por pensar aquello, ellos me querían e intentaban ayudarme, estaban preocupados y yo me enfadaba con ellos. Me sentía aún peor.
Un día mi pareja me llevó a un especialista, «yo no estoy loca»,» él que sabrá de mi»,» nadie me puede ayudar», «esto lo puedo solucionar yo», «yo sé quien soy y lo que pienso».
Llegué allí, me senté, y me preguntó que me pasaba, no sabía qué decirle, empecé a llorar, quería decir cómo me sentía, me sudaban las manos, no podía respirar, muchas cosas pasaban por mi mente pero no sabía cómo expresarme, realmente no sabía por qué estaba llorando, qué me pasaba. Algo sucedió durante aquella hora, salí temblando de frio, pero noté que no estaba sola, alguien sabía lo que me pasaba y no me juzgaba.
Durante toda mi vida he creído que uno mismo sabe cómo es y qué piensa, ahora sé que lo que nos decimos a nosotros mismos no siempre lo oímos y en demasiadas ocasiones nos equivocamos.
No hay nadie que pueda decir que esto no le ha pasado alguna vez, pero solo los inteligentes saben donde buscar la ayuda. Los médicos saben lo que le pasa a tu cuerpo y lo solucionan. Tu sabes lo que le pasa a mi alma y lo solucionas. Una visita a los dos te mantiene sano.
Cada sesión es como una vacuna. No evita las situaciones difíciles pero te prepara para superarlas. Parece mentira que hoy sea la misma persona que hace un año sufría en silencio.
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No estás sola, Nemy.
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Como si lo hubiera escrito yo….
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