Estamos tan acostumbrados por tradición, por cultura, por experiencia, a que los miembros de una misma familia se lleven bien, que cuando esto no es así, se nos viene el mundo abajo.
Tradicionalmente, las familias estaban estructuradas en base a un papá, una mamá, unos hijos, abuelos…y en ellas unos cuidaban de otros, tenían preocupaciones, dificultades, buenos momentos, afrontaban los problemas en “unión”….y al final todos se llevaban bien (eran felices y comían perdices).
Pero la realidad es otra y ¿qué pasa cuando esto no es así? Cuando no son felices, tienen disputas, se pelean, dejan de hablarse y se reconcilian o no después de muchos años de silencio? Pues lo mismo que siempre, sólo que a día de hoy, cuando no te lo cuentan, sino que es a ti a quien le ocurre, vale más la pena aceptar que no por ser mi … (hermana, prima, padre…) obligatoriamente nos tenemos que llevar bien.
Porque, ¿dónde está escrito que, porque estemos hablando de mi hermana (padre, madre, hijo…) “tengo que llevarme bien sí o sí”? la respuesta…ya la puedes suponer…”en ningún sitio”. Y es que, los convencionalismos de que la familia “obligatoriamente” se lleva bien, están para romperse (si es que toca hacerlo) y sufrir menos siendo conscientes de que la realidad supera a la ficción y que, aunque duela, también dentro de los miembros de una misma familia, las cosas no son como nos gustarían… o si?