Nos separamos.

mis-papas-se-separanTras el portazo que dio la madre al salir de casa, el padre añadió:

-Estoy harto. Voy a separarme de tu madre.

Juanma dejó de comer los cereales con leche y permaneció en silencio, asumiendo lo que esas palabras significaban.

Miró la puerta cerrada.

Miró la espalda de su padre.

Y miró de nuevo el tazón con cereales.

Se levantó y volvió a la tablet con la que estaba jugando en el sofá antes del desayuno.

¿Qué pasa por la cabeza de un niño cuyos padres se divorcian? ¿Cómo le afecta? ¿Cómo expresa sus emociones y afronta la situación?

Un simple hecho legal, tras el que están horas de reflexión por parte de una pareja, comporta al mismo tiempo, una cadena de sucesos y cambios en todos los niveles de la vida del niño, a los cuales, tendrá que adaptarse.

¿Qué riesgos comporta esta decisión? Son muchas las variables que influyen. Desde cómo se le comunica al menor, la edad y desarrollo de este, el tipo de relación de los padres, si perderá la relación con alguno de los progenitores o familiares, si conllevará cambios de domicilio o escuela. Pero sobre todo, del grado de conflictividad existente entre los padres, el clima de respeto y la capacidad de estos para continuar más allá del divorcio.

La elección del momento es importante. Debe ser en un lugar tranquilo, sin distractores, estando los dos progenitores presentes si es posible, y mostrándose disponibles, para aclarar cualquier duda. Explicarle que la decisión ha sido tomada de forma conjunta, y que ellos no pueden cambiarla; antes de dar todos los detalles de la separación, filtrarlos, preguntarnos: ¿Para qué le sirve está información que le voy a dar?. Hablar de los cambios que se producirán en el hogar y en la vida diaria que le afectan. No mentirles, es preferible responder “Eso aún no lo hemos decidido, te lo diremos” a decir algo que posteriormente no cumpliremos. Pero sobre todo, remarcarle que él/ella no es el motivo por el que se separa la pareja, y que su afecto hacia él/ella no va a cambiar.

El impacto psicológico que produce la ruptura de los padres en los niños,  bien es infravalorado, “lo lleva bien, sólo que últimamente está más rebotado”  ignorándose conductas disruptivas, comportamientos de introversión, etc.

O bien se sobrevalora, pudiendo pasar por alto ciertos comportamientos que hasta ahora se corregían, por el sentimiento de culpabilidad que invade a los padres “no importa, el pobre, ya ha pasado suficiente”.

 

La separación es un momento muy difícil, por ello es nuestra responsabilidad cuidarnos para poder cuidarles, guiarles y apoyarles.

Gloria Barranquero

Psicóloga CV-13.797

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«Todo lo tengo que hacer yo…»

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“Yo soy el pilar que  sustenta el bienestar de los demás”¸”tengo que poder con todo”, “no está permitido que yo muestre signos de debilidad, no por mi, sino por los demás para que se sientan seguros”

     Este es el tipo de pensamiento de personas resolutivas, cuando tienen un problema buscan una solución, se preocupan de aprender no sólo lo que pone en los libros, sino de cualquier cosa que les ocurra en la vida (cocinar, reparar  un mueble que cojea, quitar un mal olor, cambiar un faro del coche, saber qué le pasa a un bebé que llora y qué hacer…..) , aprenden viendo cómo otros lo han resuelto, equivocándose una y otra vez, buscando información de cualquier fuente, ya sea digital o preguntando a gente que sabe más  hasta que dan con la respuesta.

     Aquí van aprendiendo a pensar y cada vez les resulta más fácil, hasta aquí bien, pero los problemas empiezan cuando esa facilidad (porque se han entrenado) no permite que los que están a su alrededor la entrenen, están tan acostumbrados a buscar soluciones para ellos que también lo hacen para los demás, sólo por el hecho de ayudarlos en su día a día, “para que no sufran , porque les quiero y me pongo del hígado cuando veo que están en esa situación tan molesta… total, a mi no me cuesta nada” (nada? Veremos qué repercusiones tienen) y acaban diciendo………,”deja que ya lo hago yo”, “a ver? …Déjame que piense y cuando lo tenga te lo doy”,

     Esto está muy bien, pero llega un momento que estas personas sienten que o lo hacen ellos o los demás no lo van a saber hacer, genera inseguridad en ellos y dependencia en el otro.

 “Y si un día yo no encuentro la solución?”

“Creo que los demás cuando tienen un problema no piensan, simplemente dejan que yo me dé  cuenta y lo arregle”

”No es justo, todo me toca a mi!”

 “Yo no lo sé todo, pero me esfuerzo por hacerlo, ¿por qué los otros no lo hacen?”

”Me enfada ver esa pasividad en los que me rodean”.

     Aquí pueden aparecer síntomas de depresión, ira, enfados con personas cercanas, falta de control de las emociones, indefensión aprendida, ansiedad ….. y todo esto,  cuando acuden a consulta suele aparecer  la frase “no me ha pasado nada en especial, solo que un día empecé a encontrarme mal” es un comportamiento que a la larga afecta mucho más de lo que pensamos y deseamos.

     Con esto no quiero que se piense “voy a dejar de hacer cosas por los demás, voy a ser inactivo, que se apañen como lo he hecho yo”, pero sí conviene detectar  qué momentos y situaciones hay que enseñar y cuales es mejor resolver , ¿enseñar?.. ¿el qué? Esto no es una materia, no es un tema, esto es la vida, no sabemos a qué nos vamos a enfrentar mañana o dentro de 3 minutos pero cuando ocurra nos gustaría saber actuar por nosotros mismos y si además en ese momento podemos tener cerca de alguien que aporte ideas mejor, dos cabezas piensan más que una…….. personas resolutivas….ENSEÑEN A APRENDER A PENSAR!

  • Guiad en lugar de apartarlos
  • Dejarles tiempo
  • Si lo hacéis vosotros… explicarles cómo habéis llegado a esa solución
  • Mostrarles que ellos también pueden hacerlo aunque se equivoquen muchas veces.
  • Vosotros no lo sabéis todo y en ocasiones también os preguntáis si lo estáis haciendo bien, es frecuente que ellos tengan la creencia que vosotros estáis seguros de todo lo que hacéis y que todo lo hacéis bien…….. DECÍRSELO!

Este es un problema muy frecuente entre parejas por una parte y entre padres e hijos. Enfadarse no es la solución!

Lorena Pomer Castillo

Psicóloga CV-12.054

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Niños que duermen con sus padres.

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Cuando llega un nuevo niño a la familia toda nuestra rutina cambia, empieza una nueva fase y requiere un tiempo para adaptarnos.

Cuando se despierta por la noche para su toma nocturna, la mamá ( y más si le da el pecho) que  suele estar cansada, suele tumbarse en la cama mientras hace la toma y cuando ha terminado dejar que el bebé duerma con los papis, “total, antes se hacía y los niños no han tenido problemas, además, se está tan bien tumbados los tres en la cama…… es un momento único!”.

Esto poco a poco se va cogiendo como rutina, el bebé, que tiene su cuna al lado de la cama de los papás, cada vez la utiliza menos, “cada vez que le meto en su cuna empieza a llorar y nos da la noche, así que por el bien de todos es preferible que duerma con nosotros, él lo prefiere y nosotros también, total, ahora es pequeñito, ya tendrá tiempo de dormir él solo, ahora disfrutemos de este momento, además, me encanta verle dormir junto a mi, se está tan bien! Sentirlo entre mis brazos…. despertarme y verle entre mi pareja y yo……. ES MARAVILLOSO! Y es muy práctico, cuando se despierta por las noches no me tengo que levantar, esto es ahora, pero cuando ya no se despierte por las noches, entonces él dormirá sólo,”.

De esta forma se están sentando las bases, nos estamos acostumbrando tanto los mayores como el bebé a dormir todos juntos y pasa el tiempo y el bebé, que poco a poco se va convirtiendo en niño, sigue durmiendo con los adultos.

Aún es pequeño, es muy pronto todavía, ya lo cambiaremos a su habitación y dormirá en su cama”

Va pasando el tiempo, le compramos su habitación y le decimos que ya toca dormir solo, pero nuestro hijo no nos lo pone fácil, llora y nos sentimos fatal por verlo sufrir “no puedo soportar verlo llorar… bueno, con tal de que se duerma….”  y no se duerme en su habitación, lo hace en el sofá, el los brazos de papá o mamá, o incluso viendo la tele en la cama de los papás, cuando se duerme lo llevamos a su cama, pero la mayoría de veces aparece en la cama de los papás a la mañana siguiente. Hasta que un día ya no lo llevamos a su cama,  “las veces que lo hemos intentado se ha puesto a llorar y no ha dormido nadie, y durmamos o no, al día siguiente hay que ir a trabajar, no podemos ir sin dormir, así que…… se queda! Aún es pronto! Es muy pequeño!”

Vamos posponiendo de esta forma el cambio a su habitación, por una parte porque no lo vemos necesario y segundo porque estamos anticipando que será horrible y nos da miedo enfrentarnos a ello.

Mis preguntas son:

¿Cuándo será el momento?

¿Cuándo estará preparado?

¿Cuándo estaremos preparados?

¿CUALES SON LAS CONSECUENCIAS QUE ACARREA ESTA CONDUCTA?

NIÑO

  • No dejamos que nuestro hijo desarrolle su autonomía, depende de los adultos para conciliar el sueño, es muy frecuente que cuando ha de dormir en casa de un familiar, un adulto se acueste en la cama con él (eso si conseguimos que duerma fuera de su entorno habitual, es decir, la cama de los papis).
  • Le estamos diciendo que es muy pequeño para dormir solo y no confiamos que lo haga bien. En ocasiones rechaza hacer actividades de mayores (desvestirse o comer solo) y sigue haciendo conductas de bebé (usar chupete o beber en biberón).
  • Aparece una autoestima baja, existen más miedos (algo muy típico a ciertas edades), percibe el mundo como más amenazante y siente que no es capaz de afrontarlos….. “soy pequeño”, ”No puedo”.
  • Teme las excursiones en las que se quedan a dormir fuera de casa, por lo tanto pierde descubrir nuevas experiencias agradables.
  • Descansan menos que si durmieran solos y se despiertan antes, por ruidos o por sentir la ausencia del adulto, lo que puede enlentecer su desarrollo (disminución de la producción de la hormona del crecimiento).

PADRES

  • Los papás, pierden su intimidad, en la cama son tres y se empieza a notar la falta de contacto con la pareja.
  • La comunicación se deteriora, porque hay temas que no es apropiado hablar delante del niño, cada vez hay menos momentos sin el niño (Ese tiempo desde que el peque se acuesta hasta que lo hacen los adultos, o ese momento que hay desde que te metes en la cama con tu pareja y te duermes).
  • Los padres pierden su derecho a decidir sus horarios de sueño. En ocasiones, es el niño quién manda a que hora se acuestan los adultos, porque no solo quiere dormir con los papás, sino que también quiere dormirme con ellos.
  • Cuando los padres se despiertan antes que el niño (para ir a trabajar o hacer tareas antes que se despierte el niño) este se despierte porque siente que quien esta a su lado se ha movido y hace ruido así que no se pueden mover o hablar con libertad en su habitación.
  • Pierden hacer actividades de pareja. No salen con tanta frecuencia porque temen dejar al niño en casa de algún amigo o familiar.

 Lorena Pomer,  Psicóloga.

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Evolución: la Era Digital.


Photo credit: LittleGreyCoconut via Foter.com / CC BY

 

Recuerdo cuando era estudiante y daba clases de historia. En ella hacíamos ejes cronológicos para situar cada época y entender los avances que se habían hecho para facilitar la vida de las personas.

“Facilitar la vida de las personas” era el objetivo central de todo desarrollo, más calidad de vida, más humanización, más comunicación…y por fin lo hemos conseguido!

Ya estamos en esa “Era Digital” que tanto soñábamos cuando de pequeños veíamos “Regreso al futuro I, II y III”, o «Juegos de guerra» madre mía! Mi hermano y yo las habremos visto veces…! Cómo nos llamaba la atención toda esa tecnología del futuro que facilitaba tanto la vida a la gente, y los felices que los veíamos!

Pues bien, ya lo hemos conseguido, estamos en esa era de la comunicación en la que tenemos a nuestro alcance toda la información que queramos a un golpe de pulgar, podemos decirle a nuestros conocidos, familiares y amigos todo aquello que pensamos en “cero coma”, podemos hablar de forma gratuita con alguien que está a 10.000 kms de distancia, como si lo tuviéramos enfrente de nosotros, podemos visitar virtualmente la isla maravillosa a la que vamos a viajar este verano…sin movernos del sofá… la cantidad de cosas que podemos hacer…. Y somos infelices.

“Infelices”…. Qué paradoja! Pero la evolución, el desarrollo….no era para mejorar nuestra calidad de vida? La idea no era que la tecnología estuviera al servicio del ser humano?

Pero en realidad no es así. El ser humano está al servicio de la tecnología. Porque si no, cómo se entiende que en la era de la comunicación sea cuando menos nos comunicamos, cuando menos nos entendemos, cuando menos desarrollamos nuestras habilidades en pareja, en familia, con nuestros amigos…en detrimento de nuestra salud emocional?

Vemos a parejas sentadas a la mesa de un restaurante mientras ambos escriben en sus móviles sin mirarse a la cara, personas cruzar la calle sin levantar la mirada de esas minipantallas, niños en un cumpleaños que sólo se envían mensajes a través de una aplicación móvil, bebés que llevan un juego electrónico para entretenerse mientras sus padres conversan con otras personas…

Y todo esto trae como consecuencias soledad, inseguridad, déficit de habilidades sociales, problemas de comunicación en pareja, infidelidades, rupturas, nomofobia (fobia a salir de casa sin el móvil), ciberbullying (acoso en la red), phubbing (menospreciar a nuestro acompañante por hacer caso al móvil), fomo (miedo a perderse algo), …y ya ni siquiera en casa tenemos a nuestros hijos a salvo de malhechores a través de la red.

Hacia dónde estamos evolucionando?

Pilar Solana, Psicóloga Clínica CV-04.650

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Cuestión de actitud.

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Decide tu camino a seguir

Como cada lunes me despierto enfadado, pensando que otra vez es lunes. Será posible…con lo bien que estaba yo el fin de semana. Otra vez a aguantar las impertinencias de mi jefe, a esperar que pase toda la semana y llegue de nuevo el viernes… (1 día perdido a nivel emocional)

Vaya hombre, ya es martes, pero caray, hoy tengo un día difícil, tantas cosas que hacer….y no llego. Tenía que haber nacido rico, o con algo más de suerte. Entre el trabajo y las actividades de los nanos….llega a casa por la noche, ponte con la cena….Buf. (2 días perdidos)

Bueno, parece que va pasando la semana. Pero mira que se me hace larga….miércoles pero ha salido nublado. Con lo que me gusta el sol a mí! Si me hubiera tocado vivir en el caribe…anda que no viven bien allí. Todo el año veraneando. (3 días perdidos)

Jueves, mañana ya es viernes. Ya va quedando menos. Pero estoy tan cansado ya con lo que llevo andado esta semana. Todos los días igual. Levántate, niños al cole, corre al trabajo, recoge a los nanos, actividades extraescolares, compra, trabajo atrasado…maldita sea! Qué vida me ha tocado! (4 días….)

Por fin es viernes! A ver si consigo llegar al final del día. Aún me queda una larga jornada laboral. Y mi churri ya me ha dicho que esta tarde se retrasará, así que me toca de nuevo recoger a los nanos….vaya…con lo contento que estaba yo con que ya era viernes…. A ver si mañana se presenta mejor el día. (5…)

Sábado! Vaya hombre! Para un día que podía dormir, ya se han despertado los niños. Y seguro que no nos dejan un rato de descanso. Total, para dos días que tenemos….si hoy no descanso, mañana ya es domingo y llega el lunes… (6)

¿Ya es domingo? Pero qué rápido se me ha pasado!! A lo que me de cuenta estamos a domingo tarde y a prepararse para el lunes…. (7)

Y vuelta a empezar.

Te suena? Pues igual te interesa cambiar tu actitud.

La vida no está hecha como un traje a medida. La vida es la que es. Pero igual que todos los días no comemos a la carta, sino que intentamos hacer el mejor plato posible con los ingredientes que tenemos en la nevera, con la vida ocurre lo mismo, se trata de sacarle el mejor partido a lo que se te presenta cada día.

El día a día no es ideal. Pero es tu día, tu semana, tu mes…..es tu vida. Si no quieres arrepentirte dentro de un tiempo de haber malgastado tu vida, párate a pensar si no te interesaría cambiar la actitud con la que te enfrentas a ella.

La vida no puedes cambiar, tu actitud, sí.

“Cuando no somos capaces ya de cambiar una situación, nos enfrentamos al reto de cambiar nosotros mismos.” Víktor Frankl

Pilar Solana. Psicóloga Clínica

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