Muchas veces, los papis creemos que cuando nuestros niños dan problemas de conducta, tenemos que llevarlos al Psicólogo, y no están del todo equivocados, el problema es que, la mayoría de veces, somos los papis quienes necesitamos adquirir las herramientas para guiar a nuestros hijos.
No tengáis miedo ni sentimientos de culpa, un especialista os enseñará cómo gestionar estas situaciones para que continuéis guiando a vuestros hijos.
“Soy una persona fuerte, tan fuerte que puedo solucionar yo solo mis problemas”
“No necesito a nadie y nadie se merece sufrir por mi”
“Mis problemas son míos y de nadie más”
“Si me quejo y digo que no estoy bien, que algo me preocupa, significa claramente, que soy una victima y necesito de los demás”
“Si algo me afecta y no consigo superarlo, significa que no soy bueno”
“Si encuentro soluciones para los demás debería encontrarlos para mi, pero si no consigo encontrar mi propia solución, es porque no soy tan fuerte como me ven los demás”
Pasan los días, las semanas y los meses y trato de solucionar yo solo, al final después de mucho tiempo encuentro mi solución, acudir a un psicólogo que me ayude, pero no quiero que nadie lo sepa porque “Pensarán que soy débil”,”Se preocuparán por mi”, “les obligaré a ayudarme”.
Pasado un tiempo, cuando estoy muchísimo mejor, hablo de esta etapa ya superada con una persona muy significativa y le cuento lo que ocurrió y que ya me encuentro mucho mejor, esta persona, para mi sorpresa, en lugar de alegrarse por mi, pone mala cara.
“No lo entiendo, no le molesté, he sido fuerte, he encontrado yo la solución….. ¿Por qué se enfada?”
La respuesta es muy sencilla, cuando alguien nos importa queremos estar con ella en lo bueno y en lo malo, sepamos o no qué hacer, ofrecerle nuestro hombro para que llore si lo necesita, escucharle aunque no sepamos que decir, decirle…..
”Si estamos aquí, es porque hemos decidido estar aquí”
ERES HUMANO, Y COMO HUMANO, SIENTES TANTO LO BUENO COMO LO MALO
NO ERES MENOS FUERTE POR LLORAR
NO ERES MENOS VALIOSO POR NO SABER QUE HACER
NO ERES MEJOR AMIGO, FAMILIAR O PAREJA POR NO COMPARTIR
NO NECESITAS SENTIRTE SOLO CUANDO REALMENTE NO LO ESTAS
NO NECESITAS SUFRIR SOLO
Anda tu camino, toma tus decisiones pero abre los ojos a los que están a tu alrededor, quizá te sorprendas al ver que el camino se hace más agradable en compañía.
Encerrarte, es decidir por los demás que no te ayuden, es que se preocupen por verte mal, es ponerle trabas a tu tratamiento y mejora…
Un día vais a ver a vuestros padres con los nietos y notáis que algo no marcha como siempre, ellos viven solos y se manejan muy bien, no tienen graves problemas de salud.
Están hablando entre los dos y tu madre ha olvidado lo que estaba diciendo, “pero eso es algo normal, a todos nos ha pasado alguna vez…..” , le enseñas una foto en el móvil y dice “no sé dónde he dejado las gafas que no las encuentro y sin gafas no lo veo” y a continuación dice que “últimamente estoy un poco despistada, dejo las cosas en cualquier sitio y después no las encuentro”.
Habláis de las notas que ha sacado Pedro (su nieto) y después de un tiempo pregunta que cómo le han ido las notas a Pedro, en ese momento le decís un poco sorprendidos y un poco enfadados “ mamá lo hemos hablado hace un rato, parece que cuando hablamos no te interesa lo que decimos” , ella os replica que “tengo muchas cosas en la cabeza y no lo he oído, además, últimamente estoy un poco despistada y tengo la cabeza embotada, me cuesta mucho hacer las cosas de casa y no me apetece salir, es normal, estoy mayor y el cuerpo ya no está como antes”.
Esta explicación nos vale, “es cierto, todos hemos tenido una temporada que hemos estado menos centrados, es normal”.
Mas tarde habláis con vuestro padre y os dice que vuestra madre está tristona, ha dejado de hacer actividades que le gustaban, también algo olvidadiza, y cada vez que él le recuerda que se ha olvidado algo (como una olla al fuego, un ingrediente de la comida o pasar a recoger un pedido por la tienda) ella se enfurece y dice “son cosas normales, a todos se nos olvida algo y eso no significa que me pase nada”.
Existen varios aspectos a tener en cuenta.
Una persona mayor que detecta fallos de memoria suele ocultarlo el mayor tiempo posible por miedo a padecer una enfermedad, cada fallo que detecta se convierte en una prueba más de que pueda tener esa enfermedad de memoria, teme que se confirme sus sospechas y por ello cada vez realiza menos actividades que impliquen exponer sus destrezas (ya sea lenguaje, cálculos matemáticos, reconocimiento de caras, movilidad de manos y equilibrio….) por dos motivos, primero para que los que están a su alrededor (familiares, amigos…) no vean si se equivoca y segundo para no tener otra prueba de que algo no marcha bien. Este proceso hace que aparezca apatía (no tener ganas de hacer cosas) y agresividad (cuando se le fuerza a que haga vida normal o cuando se le reconoce que se ha olvidado algo).
Vosotros, los familiares, estáis preocupados porque, sí, es frecuente que se nos olviden cosas, pero a cierta edad existe el riesgo que no sea un simple olvido.
Realizar pruebas de memoria no solo ayuda a saber si está dentro de los parámetros normales, también ayuda a la persona (y a los familiares) a no bloquearse por miedo, tanto si hay deterioro como si no, hacer ejercicios de estimulación cognitiva ayuda a mantener un cerebro activo.
A la hora de escribir este post, me parecía interesante comentar/aclarar un poquito un par de aspectos, dado que en el día a día de consulta parece no estar claro. Así que me gustaría escribir algo acerca de mi trabajo.
Ya sabéis que la información nos hace más poderosos!!
¿Cuándo acudir a la consulta del psicólogo?
Cuando… o … en algún momento puntual de nuestra vida nos sentimos “perdidos”. o … teniéndolo “todo” no disfrutamos de la vida. o … tenemos cambios bruscos de humor y no sabemos controlarlo. o … nos enfrentamos a un gran cambio en nuestra vida y no sabemos cómo afrontarlo. o … hemos de tomar una decisión importante y no nos atrevemos. o … llevamos ya un tiempo que no conectamos con los demás. o … no tenemos la vida que esperábamos. o … tenemos algún tipo de problema ante el cual nos hemos bloqueado.
Estos y otros son los motivos que nos llevan a consultar con un psicólogo. De la misma forma que consultamos con cualquier otro tipo de especialista cuando sabemos que no tenemos todas las claves de cómo actuar ante un problema.
¿Qué hace un psicólogo? ¿Cómo nos puede ayudar?
Un psicólogo es un especialista en comportamiento humano. Un profesional de la salud que se encarga de ayudarnos a adquirir habilidades específicas que nos ayudarán a adaptarnos a las dificultades que nos vayan surgiendo en la ardua tarea de vivir. Y una vez lleguemos a consulta…¿qué nos espera? Cuando pensamos en ir al psicólogo a veces no tenemos claro cómo se va a desarrollar el proceso, así que a modo aclaratorio, estas son las etapas del tratamiento psicológico: o Evaluación: es la primera fase del tratamiento, donde se va a hacer una primera aproximación al problema, donde el psicólogo evaluará, sobre todo a través de una entrevista clínica, cuál es el problema y qué déficit de habilidades está manteniendo el problema del paciente. Se complementa con tests si es necesario. o Explicación de hipótesis: en esta sesión el psicólogo explica cuáles son tanto el origen (si se conoce) como las variables mantenedoras del problema a tratar. Además de los objetivos terapéuticos y las técnicas a emplear. Sirve para que ambos tengan claro el plan de actuación a partir de ese momento y durante el tratamiento. o Terapia propiamente dicha: en esta tercera fase, la más larga, el psicólogo entrena al paciente en una serie de técnicas para desarrollar las habilidades necesarias que ayudarán al paciente a afrontar el problema que le trae a consulta. En esta fase es cuando el paciente va a ir viendo progresivamente los cambios más importantes de todo el proceso. o Seguimiento: en esta última fase, se distancian las sesiones de terapia de modo que tanto psicólogo como paciente van a asegurarse que las habilidades desarrolladas durante el tratamiento le resultan lo suficientemente eficaces como para afrontar el problema y resolverlo. Es cuando vemos que el paciente continua conservando la estabilidad emocional y se refuerza el mantenimiento de los logros.
Fracaso. Esa temida palabra que asusta a muchísimas personas, por no decir a la mayoría. Sobre todo por utilizarla mal…
El verbo fracasar, por definición, significa «salir mal una cosa, frustrarse, no obtener una persona el resultado que pretendía en una actividad.» ¿Y a quién no le ha salido alguna vez en su vida algo mal, se ha frustrado en su intento por conseguir un objetivo, o no ha conseguido el resultado que pretendía al iniciar una actividad?
Si mis cálculos no son erroneos, eso nos ha pasado a todos. O al menos a todos los que hemos iniciado algo en nuestra vida. Bien, entonces por definición, todos hemos fracasado alguna, o muchas veces en nuestra vida. Hasta aquí nos entendemos. Pero llega un momento en el que abrimos polémica. Por que al final el fracaso lo asociamos al rechazo social y es ahí donde más nos duele…lo que otros van a pensar de mí.
Parece entonces que todos no sólo fracasamos si no que tenemos derecho a ello. Pero cuándo se considera que he fracasado? Qué factores pueden influir en que consigamos o no el éxito?
– El número de intentos: lo he intentado el suficiente número de veces? cuál es ese número «mágico»?
– Las habilidades personales: tengo las habilidades adecuadas para aumentar la probabilidad de conseguir mi objetivo?
– Pedir ayuda: he conseguido rodearme del equipo técnico/humano necesario para que bajo su asesoramiento y/o entrenamiento y/o ayuda pueda alcanzar mi meta?
– Si no lo consigo a la primera…puedo intentarlo de nuevo?
– Ser realista: el objetivo que me he propuesto…tengo opciones de conseguirlo?
A todas estas variables, seguro que habría muchas más que añadir. Y todo esto no tiene la intención de hacerte pensar que si no reunes determinados factores no estás fracasando, evidentemente el fracaso es una realidad cotidiana. A la que conviene adaptarse y con la que viene bien convivir, pero para que nos ayude a crecer, a evolucionar, a madurar y siempre que esté en nuestras manos y nos interese…a seguir intentándolo. Pero cuidado cuando lo personalizamos tanto que nos consideramos unos fracasados y nos venimos abajo.
Por que al final…si no lo has intentado por miedo a fracasar… estás entrenándote en el peor de los fracasos.
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