
¿Qué es la felicidad?
En realidad, yo no lo tengo tan claro, quizá sea tener el coche que me gusta, sentirme integrado entre mis amigos, saber que mi pareja me quiere (y vamos a seguir juntos siempre), tener el trabajo que siempre he soñado, poder viajar….
No lo sé, supongo que, para cada persona es algo diferente, aquello para lo que se nos ha “entrenado” a perseguir, nuestros sueños…o nuestras necesidades.
Lo que sí tengo claro es que hay mucha gente, demasiada, que no se siente satisfecha con su vida, que se fija constantemente en los fracasos del pasado anticipando lo que no va a conseguir en el futuro (desde un punto de vista irracional, por supuesto), dejando pasar por alto lo que hoy tiene en su vida, sin valorarlo ni hacer esfuerzos por conservar.
En consulta, habitualmente suelo discutir con mis pacientes acerca de esta palabra: NECESIDADES.
Porque lo que suelo ver es que las personas buscamos la felicidad en cosas que, a la larga, no nos aportan más que un pequeño parche (“qué bien, lo he conseguido, bueno ahora a por el siguiente nivel”) para seguir pensando que no estamos a gusto con nosotros mismos (“nunca conseguiré…”), que no tenemos lo que necesitamos (sin atender lo que nos conviene) y que nunca lograremos esa felicidad que atribuimos a elementos ajenos a nosotros.
Y esto, ¿cómo se entiende? Pues porque nunca tenemos suficiente, hemos convertido los deseos en necesidades, y los argumentos que nos dábamos antes para animarnos a luchar y conseguir superarnos se han convertido en órdenes, imposiciones que nos alejan cada vez más de nuestras metas poco realistas. Ya no disfruto intentando aprobar, ahora “tengo que sacar nota”, ya no me lo paso bien cocinando, ahora “necesito quedar bien con esta comida ante mi familia”, ya no aprendo de mis intentos fallidos, sino que “no soporto el fracaso”.
De modo que, ¿cómo voy a lograr ser feliz si he convertido lo que es un “me gustaría” en un “no soporto”?
Así que, chicos y chicas…os animo a que restructuréis vuestras prioridades en la vida, seáis realistas de acuerdo a vuestras habilidades y limitaciones y os planteéis si de verdad vale la pena seguir angustiándoos por lo que no tenéis mientras favorecéis perder lo que habéis conseguido.