Prohibido sentirse mal…?


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Voy a plantear una situación, que podría ser más o menos ésta:

Pensemos en una persona que tiene una vida normal, como la mayoría de nosotros, con situaciones agradables, desagradables y algunas incluso neutrales. Cada vez que esta persona se despierta por la mañana y nota que está “bien” (normal) lleva su día adelante, con actitud adaptativa, resolviendo. Nada más. Pero ¡ojo!, el día que esta persona se levanta “mal”, pasa el resto del día centrando su atención en tooodos los aspectos negativos, con actitud más derrotista, incluso con miedo a que el día siguiente pueda ser similar a este (o peor!!!)…

Bien, una vez centrados, mi pregunta es…

…¿porqué cuando una persona se levanta con actitud positiva no está todo el día focalizando, agrandando e incluso desproporcionando (en el sentido positivo de la palabra, pero desadaptativo en todo caso) las cosas que le pasan? No va todo el día por ahí sorprendiéndose de estar bien, de disfrutar del día, de las relaciones con la gente, de que las cosas le funcionen, y con “miedo” a que al día siguiente…¡pudiera despertarse igual de optimista o más!!!

…sin embargo, el que se levanta con actitud negativa, focaliza, se viene abajo, cree que no puede con eso, que no tiene fin, que está tan mal como aquella vez que empezó en una mala racha “y así le fue”.

Hay varios factores que intervienen en este proceso, pero me gustaría centrarme en uno de ellos: hemos aprendido a desarrollarnos bajo unos valores en contra de los sentimientos negativos:

Desde pequeños, los padres y educadores en general han estado centrado toda su energía en que sus hijos no sufrieran, incluso ellos mismos, cuando los hemos visto tener un mal día, lo tachan de algo “malo” y vamos aprendiendo que las emociones negativas son eso “malas”, de modo que con el tiempo, la experiencia, lo que vamos viendo en nuestro entorno, en el que la gente huye de todos aquellos sentimientos relacionados con el malestar…aprendemos que “está prohibido sentirse mal”.

Lo que vamos logrando de esta manera es no aprender a desarrollar estrategias de afrontamiento:

– Perdemos seguridad en nosotros mismos por que no sabemos de cuánto somos capaces ante situaciones negativas

– Nos desentrenamos en la tolerancia a la frustración y vamos aprendiendo cada vez más a evitar sentirnos mal, además de bajar nuestro umbral de tolerancia ante las emociones negativas (las cosas, cada vez, nos afectan más)

– Incluso en nuestro entorno, cuando vemos a alguien sentirse mal, en lugar de escucharlo y darle tiempo a que afronte, muchas veces lo animamos a que se sienta mejor y deje de tener emociones negativas…

Como leí en un libro, “lo bueno está reñido con lo mejor”, pero es que cuando no existe lo mejor…lo bueno es aprender a afrontar…aunque duela.

Para E.

Pilar Solana Muñoz. Psicóloga Clínica CV-04.650

almapsicologia.com

Una respuesta a «»

  1. Muchas gracias Pilar!! Lo has transmitido estupendamente. Pienso que le puede resultar muy útil a muchas personas, porque todos tenemos días malos.
    Yo añadiría que la consecuencia de evitar sentirse mal, es que se alarga en el tiempo. A veces expresarlo, hablado o escrito, o incluso llorar te permite «cerrar el círculo» y pasar a otra cosa. Pero para eso hay que dejarse llevar…
    Un saludo. Me alegra inspirarte 🙂

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