Cada vez que llega una pareja a consulta y doy inicio a la evaluación, suelo preguntarles en qué medida creen que están contribuyendo, cada uno de ellos, a que la relación NO funcione como les gustaría. Es interesante, porque ambos buscan autoculparse de aspectos propios, que por supuesto conocen y no saben manejar de forma adecuada. Esto me alegra mucho, “son conscientes” me digoa mi misma…pero unos segundos después aparece la afirmación del pero.
¿Y qué es esto? pues muy sencillo…cuando de repente cada uno de ellos empiezan a echar la culpa al otro de aquello que deberían cambiar para que ellos fueran más felices: “yo sé que no la escucho mucho…pero si ella fuera más cariñosa conmigo, yo la escucharía más”.
La mentalidad de ambos cambia rápidamente a echar la culpa al otro de la infelicidad y el mal avance de la relación. Así no se puede ser resiliente!!!
A ser resiliente se aprende asumiendo el poder del devenir de las cosas…el primer cambio ha de ser el mio…cambiar culpa por poder. El primer paso ha de pasar por pensar en ¿qué puedo cambiar yo para mejorar la situación?… y sobre todo, sabéis por qué??? “POR QUE ME CONVIENE DAR EL PASO“.
Si yo sé hacer los cambios pertinentes, tendré mayor control sobre las situaciones que me rodean (en caso de poder ser controladas) y no dependeré emocionalmente de que el otro mejore la situación para que yo esté mejor. Además, si yo colaboro en la mejoría, mi pareja se sentirá mejor, y estará más motivada para contribuir al mismo tiempo en ese cambio.
De modo que…deja de pensar en que “cuando él/ella cambie yo seré más feliz” y empieza a ver en qué medida puedes cambiar tú.