Esta es una frase que hemos escuchado alguna vez, tras una ruptura que no acabamos de afrontar y que nos recuerda que “no le importábamos tanto…” (o al menos es como nosotros lo vemos).
La secuencia es la siguiente: llevas tiempo con una persona la cual pensabas iba a ser para siempre, él te deja y no lo superas…(al menos de momento). Pero como él, que lo tenía bastante claro desde hace un tiempo, lo lleva con naturalidad (vaya, incluso con alivio) sigue adelante con su nueva situación de soltería (de nuevo en el mercado) y a vivir la vida que son dos días!!
Sí, por supuesto, ese es el plan…pero el suyo.
A ti, la noticia de la ruptura te cae como un jarro de agua fría, no te lo esperabas ni en el peor de tus sueños (o no lo querías ver), has hecho lo imposible por hacerlo feliz y ¡¡así te lo paga!! No sólo te deja, sino que aparenta una normalidad, una libertad, una felicidad…que abruma y lo peor, te hace pensar que en realidad no te quería como tú a él.
Y encima, tienes que tragarte que la gente te anime diciéndote “él ya lo ha superado, empieza a hacer tu vida”… Pues no quiero. No me apetece hacer mi vida, porque yo la quería junto a él, y tengo derecho a procesar mi duelo, a patalear si es que así lo necesito, a tomarme mi tiempo para superar la pérdida, y a medida que lo vaya haciendo, a mi ritmo, iré haciendo mi vida.
Que para dar buenos consejos todo el mundo está preparado…pero…y para afrontar la realidad de la pérdida?
¡Totalmente de acuerdo! De nada sirve negarle al dolor toda su fuerza, evitarlo o aparentar que ni si quiera existe, solo alargará el proceso de superación 🙂
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Gracias por tu comentario Noha!!
;-))
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