
Un buen día te das cuenta que estando fuera de casa empiezas a sentirte mal, te angustias, no haces más que darle vueltas a lo mal que te encuentras, físicamente empiezas a notar que te va a dar algo (“me voy a desmayar”), que no tienes el control (“esto es horrible”), como si te fueras a poner tan enfermo que… y huyes de ese lugar, te da igual con quién estuvieras y dónde te encontraras, sólo piensas en salir de ese lugar y llegar a tu casa.
Y en el momento en que entras en tu casa, todo desaparece, la sensación se diluye y notas calma…tranquilidad. “Menos mal que me he venido, si no…”.
Pero, al día siguiente, cuando te dispones a salir de nuevo…”Ups…!!”, parece que vuelve a ocurrir, “otra vez el malestar”, “a ver si me va a dar algo…”, “y si me quedo en casa…no vaya a ser…”. Y te quedas en casa. No le quieres dar importancia, seguro que con el paso de los días se regularán tus sensaciones y el malestar desaparecerá (te dices a ti mismo), pero no es así, y una vez iniciado el proceso de conductas de seguridad (quedarte en casa, o salir acompañado, o salir por sitios seguros para ti, sin alejarte demasiado…) ya no hay vuelta atrás. El proceso Agorafóbico ha empezado, los ataques de ansiedad te han pillado y ahora sólo queda APRENDER a afrontarlo.
Sí, digo AFRONTARLO, porque esto, tiene solución.