Otro tipo de duelo.


Dr.Nomad / Foter / CC BY-NC-ND

La mayoría de las personas entendemos que cuando alguien muere, las personas que se quedan sufren. Y ahí “damos permiso” porque está “permitido” a nivel social que esa persona pase por ese proceso de adaptación.

Pero el duelo no sólo se sufre ante la muerte de un ser querido, sino que lo desarrollamos ante cualquier pérdida importante en nuestra vida: una separación, una invalidez, una ruptura de valores…el nacimiento de un hijo con problemas…

Y es ante este tipo de circunstancias (y más, por supuesto) que nos encontramos ante la dificultad de empatizar, de entender, de escuchar…en definitiva, de asistir a personas con estos problemas.

Por eso el motivo de este post, escrito desde el mayor de los respetos, para quien le pueda ayudar a sentir que no está solo.

Esta es una historia real…

Pilar Solana Muñoz
Psicóloga Clínica.

¡QUÉ NOTICIA MÁS BUENA¡

Cuando te decides a agitar las alas de tu cuerpo y salir a volar, es porque piensas que tienes una pareja idónea para tenerlo todo.

Finalmente decidís hacer un viaje a Paris, hacéis todos los preparativos y finalmente la cigüeña llama a tu puerta. Todo transcurre normal, un ambiente de felicidad, alegría, preparativos múltiples.

Llega el día en el que parece que va a llegar, con los nervios típicos y con ilusión acudís al hospital y ups, falsa alarma, de vuelta a casa.

Al día siguiente, otra vez pero esta vez si, por fin llega la buscada criatura. Un parto muy bueno, a término, natural. Cuando ves asomar la carita de tu bebe, bufffff alucinas.

Intentas darle el pecho pues dicen es mejor para tu hijo, pero no acaba de cogerse, no pasa nada, hay leche sustitutiva y es muy buena, además la madre descansará.

Llegáis a casa a los tres. Ni que decir tiene que el mayor vacío que descubres es el que se siente al cerrar la puerta de tu casa los tres por primera vez. ¿Dónde esta el libro de instrucciones? ¿Que debes hacer?

En seguida, ese silencio se rompe de súbito con un llanto. Que pasa? Pues que va a pasar, que tiene hambre, a preparar el biberón. Pero a qué huele? A que va a oler, a la caquita de esa criatura tan bonita. Os amoldáis como podéis y os habituáis a la nueva vida. Que bonito (aunque difícil) todo.

Tu hijo va creciendo, resulta que es mal comedor, vaya, no es que no quisiera pecho, es que es puñetero con la comida, a quién se parecerá.

Pasan los meses y empiezas a notar que tu hijo llora mucho, come poco, por el día duerme lo que no hace por la noche, lo papás cada día más ojerosos, y todos, es normal su papá eran igual. Ves que no habla como los demás niños, todos “pues no se quién empezó a hablar a los 5 años y ahora ya ves…”, otros “tranquilo que cuando empiece a hablar querrás que se calle….”y te lo crees, porque es lo que quieres creer.

Un día el pediatra te envía al neuropediatra, le observa, le hace pruebas, tú sigues inocente pasando los días, y te dicen, es muy pequeño para diagnosticarlo bien, pero parece que tu hijo es AUTISTA.

¿Cómo?

1.- No puede ser, lo que pasa es lleva retraso en el habla. Además, el hijo de Juanito no hablo hasta los 6 años, y ahora no para de hablar, es un orador, es un encantador de serpientes, te vende una rueda para una barca….no, no es posible. (Negación)

2.-Pasa un tiempo, de negación, y poco cambia en tu hijo, tu hijo sigue balbuceando y entre la pareja la distancia es cada vez mayor, pues la culpa tiene que ser de uno de los dos. Y el médico no tiene ni idea, hay que hacer algo.

3.-Qué vas a hacer? Buscas otro médico y te hablan de una doctora muy buena, vais y te da otro enfoque y te dice que tiene la solución y que es sencilla, como quieres creerla la crees, al fin y al cabo es el especialista. (Negociación)

4.-Cambia a la medicación milagrosa y pffffffff, de Guatemala a Guatepeor y en una de las visitas te dice, “es que pienso que tiene un problema neurológico que no sé cuál es, pues le sale todo bien…”. Mazazo al canto, como es que no sabe que le pasa? Al fin y al cabo sabe lo mismo que el otro?

Eras una persona muy creyente y has dejado de creer que puede haber un dios que te haga a ti eso, como puede haber nadie que permita que le pase eso a tu hijo? Tu relación se ha terminado, gotita a gotita se han acabado las fuerzas por luchar por algo que no sea tu hijo. Te encuentras sólo.

4.-Pasan meses y siguen sin haber cambios y te gustaba más como trabajaba y evolucionaba el otro médico. Finalmente, con el rabo entre las piernas vuelves al primer Dr., le comentas (avergonzado) un poco por encima y, comprendiendo la reacción de los padres, dice “tráeme todo lo que tengas la semana que viene y ven con tu hijo.…”.

El tiempo pasa, has conocido a una mujer que no sólo llena los huecos dejados por la otra mujer, sino que llena otros que no sabías que hacía falta llenar y te enseña a vivir y a compartir la vida, a ver el prisma desde otro lado, gracias.

Un día te indican un gran profesional para ver la evolución de tu hijo, lo lleves a un especialista en psicología evolutiva, le reconocen y evalúan la evolución y finalmente te dan la Gran Noticia:

“Tu hijo no es autista”

Respiras aliviado (gracias, piensas)….

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..
.
“Tu hijo tiene Parálisis Cerebral Infantil”

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