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ALMA. El Blog de Pilar Solana.

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Categoría: psicologo online

Publicado en marzo 27, 2012

Mi madre tiene Alzheimer.

Hay momentos que cambian la vida. Uno de los más duros en mi caso fue cuando a mi madre le detectaron Alzheimer.

Lo primero que pensé fue que iba a perder la memoria hasta el punto que no iba a saber quién soy. Ese era mi principal miedo. ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que eso ocurriera?¿cómo la persona que siempre me había cuidado y había estado ahí en los momentos buenos y malos se iba a olvidar de quién soy?, y lo más importante, ¿cómo en estos momentos yo no la iba a cuidar todo lo mejor que pudiera?.

Desde que nos dieron esta fatídica noticia hemos tomado decisiones importantes. Mis dos hermanos y yo decidimos que ella no podía vivir sola en su casa, por aquel entonces sólo tenia “pequeños despistes” pero….. ¿y si no se acordaba de tomar la medicación?¿y si se dejaba el fuego encendido?¿y si salía a la calle y se perdía?. Les propuse que, ya que yo tenía espacio en casa y siendo la hija mayor se viniera a vivir con mi marido y mis dos hijos. A ella no le gustó la decisión, decía que ella quería estar en su casa, que allí lo tenía todo, que podía salir a hacer la compra y arreglar su casa, pero al final lo conseguimos y se vino a vivir con nosotros.

Un día me dijeron que había una asociación de enfermos de Alzheimer donde podía llevar a mi madre para que hiciera ejercicios de memoria, pero ella no estaba tan mal para ir a un sitio de esos. Pensé que en el momento que la enfermedad avanzara la llevaría, pero eso aún tardaría en llegar.

Cuando se instaló en casa  hubieron muchos cambios: se enfadaba muchas veces porque no le dejaba hacer todo lo que quería, pero ella con la enfermedad no debía salir sola a la calle, ni hacer la comida, ni mucho menos cuidar de sus nietos.

Con el paso del tiempo la enfermedad empeoró, y  mi madre empezó a necesitar ayuda a todas horas. Mi vida cambió aún más, pero yo me iba organizando como podía para poder atenderla correctamente. Como veía que  me necesitaba mucho más y cada vez era más frecuente pasar la noche en vela, decidí dejar mi trabajo porque físicamente no podía rendir más. Mis hijos con 13 y 15 años ya iban solos al instituto, hacían sus tareas y las notas las iban sacando bien. Mi marido trabajaba muchas horas y cuando llegaba a casa estaba muy cansado, pero tenía tiempo para ayudarme con mi madre. Mis hermanos pasaban a ver a su madre alguna vez, pero lo normal era que pasaran semanas hasta que venían, ya se sabe: estaban muy atareados.

Hoy sigo cuidando de ella, pero está muy alterada. A cada cosa que le dices  se enfada. Intento hacer que recuerde preguntándole cosas como qué cenó la noche anterior o le enseño fotos y le pregunto si se acuerda de quienes son, y creo que no le gusta hacerlo porque se enfada, pero lo tiene que hacer porque así trabaja la memoria.

Mis hijos no están mucho tiempo en casa y cuando quiero saber de ellos no me dicen nada, ni donde van, ni con quién van, es como si no quisieran compartir su vida conmigo. Las cosas con mi marido no marchan del todo bien, me dice que siempre estoy cansada, enfadada y que nunca salimos de casa, pero eso no es cierto, algún domingo nos vamos a llevar a mi madre a dar un paseo. Es cierto que hace tiempo que no salimos de viaje, ni quedamos con los amigos, incluso hemos dejado de ir a las reuniones familiares porque no sabemos cómo puede reaccionar…. Aún así, yo no lo cambio por nada: es mi madre,  la que me cuidó cuando yo lo necesitaba, la que se sacrificó en tantas ocasiones por mi. Si ahora soy yo la que debo sacrificar ciertas cosas por ella, lo haré, porque yo quiero hacerlo y no necesito la ayuda de mis hermanos, parece  que ellos ya tienen suficiente con su familia y son tan egoístas que no se acuerdan que tienen madre.

En ocasiones siento que nadie me entiende, que estoy sola, que mi madre solo me tiene a mi y yo a ella. No podré aguantar mucho más esta situación, nunca lo he dicho pero hay veces, que pienso que si se muriera o la ingresáramos en una residencia todos descansaríamos. Después de pensarlo, me siento tan mal que me pongo a llorar, y creo que soy una mala hija. Sé que podría hacerlo mucho mejor, pero no puedo, no sé cómo hacerlo, siento cansancio y rabia al mismo tiempo… siento como si estuviera en un callejón sin salida, atrapada en esta situación que me ahoga poco a poco. Intento luchar, ser fuerte por ella y por los que están a mi alrededor, pero las fuerzas se acaban y siento que he fracasado.

No me gusta esta situación, y es ahora cuando me doy cuenta “NECESITO UN CAMBIO EN MI VIDA”.

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Publicado en enero 13, 2012

Algo que necesitaba contar.

No sé decir cuándo ni por qué comenzó todo, un día en el trabajo alguien hizo un comentario tonto (una de esas bromas que no se tienen en cuenta porque sabes que sólo es eso, una broma) pero me dieron ganas de llorar, algo pasó por mi mente, aguanté el tipo y sonreí. De camino a casa empecé a llorar, no sabía qué me pasaba, no sabía qué pasaba por mi cabeza para llorar de esa forma, solo sabía que no podía parar, y eso me hacía llorar mucho más. Al llegar a casa, antes de abrir la puerta me sequé las lágrimas, ensayé un par de sonrisas y saludos de bienvenida y entré, nadie notó nada.

Los días pasaban y cada vez que estaba sola lloraba, sin saber por qué, parecía tonta, me sentía tonta, débil y aislada….. Y eso aumentaba mi llanto. El mundo iba muy deprisa y yo estaba parada sin poder moverme, todos avanzaban y yo estaba estancada.

Una mañana me desperté, no había nadie en la casa, quise levantarme pero no pude, sentía que el día era muy largo y yo no tenia fuerzas para aguantarlo, me tapé con la sábana, cerré los ojos, quería que el mundo se parara, llamé al trabajo y dije que no me encontraba bien y que no podía ir a trabajar. Pasé toda la mañana en cama, llegó mi pareja y le dije que no me encontraba bien, que estaba resfriada. Pasé así el día, con mentiras, y me decía a mi misma que me tenía que mover que no podía estancarme, los amigos me llamaban para salir pero no tenía ganas, estaba muy cansada, sólo quería dormir, estar sola, cerrar los ojos y no sentir, solo soñar en cualquier cosa que no me hiciera llorar.

En esos días la gente que estaba a mi alrededor notó que algo pasaba, venían a verme y me decían lo que tenía que hacer: salir, divertirme, no preocuparme por nada…. y cosas por el estilo. No me gustaba, no tenía fuerzas, sentía que no quería ver a nadie y me molestaban, me sentía mal por pensar aquello, ellos me querían e intentaban ayudarme, estaban preocupados y yo me enfadaba con ellos. Me sentía aún peor.

Un día mi pareja me llevó a un especialista, “yo no estoy loca”,” él que sabrá de mi”,” nadie me puede ayudar”, “esto lo puedo solucionar yo”, “yo sé quien soy y lo que pienso”.

Llegué allí, me senté, y me preguntó que me pasaba, no sabía qué decirle, empecé a llorar, quería decir cómo me sentía, me sudaban las manos, no podía respirar, muchas cosas pasaban por mi mente pero no sabía cómo expresarme, realmente no sabía por qué estaba llorando, qué me pasaba. Algo sucedió durante aquella hora, salí temblando de frio, pero noté que no estaba sola, alguien sabía lo que me pasaba y no me juzgaba.

Durante toda mi vida he creído que uno mismo sabe cómo es y qué piensa, ahora sé que lo que nos decimos a nosotros mismos no siempre lo oímos y en demasiadas ocasiones nos equivocamos.

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