Cuando un hijo llega al seno familiar, normalmente es esperado con alegría, con muchos proyectos para la “nueva” familia, con actitud positiva y muchas veces de forma poco realista.
A medida que los bebés se van convirtiendo en niños comienzan los problemas conductuales. Porque es LO NORMAL, LOS NIÑOS SON NIÑOS y si no les damos pautas coherentes, no sabrán cómo afrontar las situaciones cotidianas.
Dado que no es hasta el primer año de vida que nos solemos plantear el PONER LÍMITES, suele ser la edad en la que empezamos a frustrarnos, porque “mi hijo es muy rebelde”, “no me hace ni caso”, “lo hago fatal, soy mala madre”…
Aquí empiezan a darse los problemas, sobre todo, de actitud por parte de los padres, puesto que si nos sentimos incapaces de “manejar” las situaciones con nuestros hijos pequeños empezamos a pensar “si no sé hacerlo ahora qué pasará cuando tenga 15 años”, “los hijos de mi amiga se portan mejor”… en vez de plantearnos que es cuestión de aprendizaje.
A los niños conviene darles pautas claras, adaptadas a su edad, directas, coherentes y contingentes. De modo que les vayamos poniendo los límites adecuados que les permitan crecer con seguridad.
A ser padres se aprende, a ser hijos también.
Pilar Solana Muñoz. Psicóloga Clínica.
ALMA. El Blog de Pilar Solana. 
es cierto la verdad, todo eso ya lo pase, ahora que mis hijas estan en otra etapa no quisiera que en cuanto lleguen a la pubertad tengan los mismos sentimientos que yo tuve, pero no se como enseñarles a sobre llevar su niñez, y peor aun que no hagan rabietas…. quiero su consejo
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