Un día vais a ver a vuestros padres con los nietos y notáis que algo no marcha como siempre, ellos viven solos y se manejan muy bien, no tienen graves problemas de salud.
Están hablando entre los dos y tu madre ha olvidado lo que estaba diciendo, “pero eso es algo normal, a todos nos ha pasado alguna vez…..” , le enseñas una foto en el móvil y dice “no sé dónde he dejado las gafas que no las encuentro y sin gafas no lo veo” y a continuación dice que “últimamente estoy un poco despistada, dejo las cosas en cualquier sitio y después no las encuentro”.
Habláis de las notas que ha sacado Pedro (su nieto) y después de un tiempo pregunta que cómo le han ido las notas a Pedro, en ese momento le decís un poco sorprendidos y un poco enfadados “ mamá lo hemos hablado hace un rato, parece que cuando hablamos no te interesa lo que decimos” , ella os replica que “tengo muchas cosas en la cabeza y no lo he oído, además, últimamente estoy un poco despistada y tengo la cabeza embotada, me cuesta mucho hacer las cosas de casa y no me apetece salir, es normal, estoy mayor y el cuerpo ya no está como antes”.
Esta explicación nos vale, “es cierto, todos hemos tenido una temporada que hemos estado menos centrados, es normal”.
Mas tarde habláis con vuestro padre y os dice que vuestra madre está tristona, ha dejado de hacer actividades que le gustaban, también algo olvidadiza, y cada vez que él le recuerda que se ha olvidado algo (como una olla al fuego, un ingrediente de la comida o pasar a recoger un pedido por la tienda) ella se enfurece y dice “son cosas normales, a todos se nos olvida algo y eso no significa que me pase nada”.
Existen varios aspectos a tener en cuenta.
Una persona mayor que detecta fallos de memoria suele ocultarlo el mayor tiempo posible por miedo a padecer una enfermedad, cada fallo que detecta se convierte en una prueba más de que pueda tener esa enfermedad de memoria, teme que se confirme sus sospechas y por ello cada vez realiza menos actividades que impliquen exponer sus destrezas (ya sea lenguaje, cálculos matemáticos, reconocimiento de caras, movilidad de manos y equilibrio….) por dos motivos, primero para que los que están a su alrededor (familiares, amigos…) no vean si se equivoca y segundo para no tener otra prueba de que algo no marcha bien. Este proceso hace que aparezca apatía (no tener ganas de hacer cosas) y agresividad (cuando se le fuerza a que haga vida normal o cuando se le reconoce que se ha olvidado algo).
Vosotros, los familiares, estáis preocupados porque, sí, es frecuente que se nos olviden cosas, pero a cierta edad existe el riesgo que no sea un simple olvido.
Realizar pruebas de memoria no solo ayuda a saber si está dentro de los parámetros normales, también ayuda a la persona (y a los familiares) a no bloquearse por miedo, tanto si hay deterioro como si no, hacer ejercicios de estimulación cognitiva ayuda a mantener un cerebro activo.
Lorena Pomer Castillo. Psicóloga